martes, 9 de mayo de 2017

Para parar las aguas del olvido - Paco Ignacio Taibo I


Título: Para parar las aguas del olvido
Autor: Paco Ignacio Taibo I

Páginas: 288 


Editorial: Drácena
 
Precio: 19,95 euros  
    
Año de edición: 2017

Este libro inefable, publicado en 1982 y que ahora la editorial Drácena tiene el acierto de reeditar, es un libro de memorias que tiene algo de ensayo y si me apuran, hasta de novela histórica. Es en realidad una crónica que cuenta la infancia de un grupo de cinco amigos que vivieron la Guerra Civil Española y la posguerra en Oviedo, desde el lado de los perdedores.

Cinco camaradas que, en una ciudad en la que todos se conocían, vivieron la opresión de tener gente oculta en casa, de saberse perseguidos y casi proscritos. Unos críos que crecieron en una España difícil y dura, de victoria más que de paz y que ¡cosa curiosa! se refugiaron en la literatura y sobre todo en la poesía. Leían a Juan Ramón Jiménez, a Rubén Darío, a Valle-Inclán y a Gerardo Diego; claro que no eran niños convencionales. Uno era el que luego se convertiría en el gran poeta Ángel González, otro el autor, Taibo I.

El libro avanza entrelazando estampas y anécdotas desde 1934 hasta los años 70, desordenadas, saltando hacia atrás y hacia delante, mezclando el interés de la intrahistoria cotidiana con el humor como válvula de escape. Porque lo mejor de este texto es que está escrito sin rencor, con ironía, compasión, ternura contenida y un sentido del humor muy especial. 

Otra cualidad de esta novela es que cuenta una historia de dignidad, de cómo mantener la moral cuando se han perdido tantas cosas y, como dijo alguien, saber que una derrota no significa la derrota o que no todo está perdido si uno quiere.

Creo que es la obra de una generación, o de una parte de una generación, los llamados desafectos al régimen, porque algunos autores han contado haber vivido anécdotas muy similares a las que aquí se cuentan y sentirse reflejados en estas páginas. Aquí se cuenta cómo era ir al cine, se describe la casta Oviedo, los curas de la época y un sinfín de detalles el día a día.

Yo mismo, aunque nací bastantes años más tarde, he vivido algún que otro episodio parecido y comparto alguna anécdota, directamente o en los recuerdos que contaban mis mayores.

Una crónica de una época dura y gris, en la que se tenía la sensación de que todo estaba prohibido («Platero y yo» «Flor de Leyedas» de Alejandro Casona), había que cantar en ocasiones los tres himnos y la ley prohibía las blasfemias.

Taibo I se muestra aquí como un escritor agudo, inteligente y algo socarrón, maestro de la frase corta y de un estilo escueto y escurrido que deja frases redondas como refranes y algunas comparaciones divertidas («Para mí los curas eran como la guardia civil del cielo», «Isabel la Católica era para nosotros un sello de correos» o «Mi primer amor fué una máquina de coser Singer»).

Un librito delicioso, muy apropiado para conocer a un autor poco leído por estos lares, con el que se aprende además mucha historia, escrito con maestría y mucho oficio. De esos libros que se disfrutan página a página y se recuerdan toda la vida. 

Paco Ignacio Taibo I (Gijón, 1924-2008) fué un escritor y periodista nacido en Asturias y luego nacionalizado mexicano. Estuvo exiliado dos veces:la primera, con su padre, de 1934 a 1936, cuando huyeron a Bélgica a raíz del fracaso de la revolución asturiana del 34. La segunda, en 1959, en pleno franquismo, supuso que tuviese que establecerse definitivamente en México.

Inició su carrera periodística en España, escribiendo crónicas del Tour de Francia. Luego fué Redactor Jefe y director de facto del periódico asturiano «El comercio». Ya en México, fué director y fundador de la sección cultural de «El Universal». y obtuvo el Premio Nacional de Periodismo

Era gastrónomo, cinéfilo, historiador a su manera, guinista, dibujante y dramaturgo.Dejó escritos miles de artículos y unos cincuenta libros, entre ensayos, obras de teatro, novelas, relatos, memorias y libros inclasificables).

Paco Ignacio Taibo

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario